Thursday, February 13, 2014

Y entonces, un día común y corriente, según era de costumbre para Helena, ocurrió...
Mientras esperaba su llamado para salir a visitar la plaza, donde los mayores solía leer la prensa por la mañana, los niños jugar por las tardes mientras las madres descansan contándose las unas a las otras sobre los maridos, té, etc. o simplemente dónde ellos iban a hablar de nada en especial y todo; probablemente sería un día para ir a los prados a tocarse, desvestirse y mimarse mientras también solían hablar de todo y de nada.

Pero ese infortunio fue distinto, el simplemente no llamó, no dio seña alguna de intención para compartir su tiempo con Helena. Tomás, simplemente creyó que ese día no era adecuado para su visita a su amada.

Helena, tras la bella costumbre de tener un apego especial con su novio, no sólo esperaba ansiosa verlo, escucharlo, demostrarle su cariño, y su amargo deseo también.  Sentía una ansiedad extraña cuando Tomás no estaba cerca, era como si el hecho de no saber en absoluto sobre él, intranquilizaba su paz.

Pasaron las horas y Helena quien era partidaria de las buenas amistades y el luto constante de perder el tiempo con hombres que no valen la pena, comenzó a hacer ideas en su mente después de recibir el rechazo de Tomás ante sus llamadas.  Decidió salir a pasear con sus amistades quizá a visitar una pieza barata en el camino, dándole al mate hasta perder la coordinación y yacer en su cama.

La respuesta fue sincera, al pasar los días la respuesta vacía y fría de Tomás sólo fue predicar que no tenía ganas de estar con ella.  Pero Helena no se conformaba con eso, ella en verdad lo quería y aunque en ocasiones anteriores eso hubiera sido motivo para terminar cualquier tipo de relación, la cosa no era así.  Sería que sentía una atracción inestable con el hombre que tenía enfrente, además recordaba que no sólo Tomás, (haciendo la suposición de que la infidelidad hubiera ocurrido) sino que también ella había fallado a la confianza de estar solamente el uno y el otro consumando su amor.

Dispuesta a tomar en cuenta sus emociones, y pensamientos, Helena recordó los momentos a lado de Tomás, no valía la pena terminarlo todo por un simple desliz, si fuera el caso que existiera. Ella era partidaria del tiempo cura cualquier tipo de desilusión, pues conforme pasan los minutos, días o meses eres capas de superar las aberraciones que alguna vez la vida te pasa frente para desilusionarte.  El problema estaba en que esta vez no era así, en esta ocasión la señorita no quería olvidar, deseaba dar oportunidad a lo que no veía perdido, o al menos a lo que su corazón daba pie a continuar.

Helena no se sentía herida, alguna vez ella hizo un daño mayor y sintió que era injusto que se le negara la oportunidad de remediar y seguir amando, con un amor así, loco. Esta vez, si Tomás quisiera aun estar a su lado, ella le brindaría la oportunidad, de hecho se brindaría la oportunidad de complementarse.  Y aunque esa fue la decisión primordial no estaría completo hasta que pasaran los días y se consumada la verdadera nueva historia a comenzar.

1 comment:

  1. Menudo relato, no te puedes imaginar lo curioso que ha sido leerlo en este momento. Gracias por visitar mi pequeño rincón lleno de recuerdos e ilusiones empolvadas.
    Interesante tu espacio, me pasaré por aquí de vez en cuando.

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Gracias, Thank you, Merci, anke, obrigado, dank u, grazie Recuerda talvez no sea posible cambiar las cosas tan fácil, pero almenos sigamos comunicando antes de que nos censuren...