Existe un ritmo imaginario entre la nostalgia que guardamos en la boca de nuestro estomago, la sensibilidad que sólo es nuestra, el punto en que las lágrimas brotan de nuestros ojos en un tiempo determinado, a veces con razón pero la mayoría sin ella.

En un mundo adverso seríamos cuerpos vacíos a falta de inspiración, una mueca de absoluta seriedad, una mirada penetrante y dudosa al mismo tiempo, que grita que algo esconde, que no puede compartirlo, que quiere escapar pero no puede hacerlo con palabras, sino con una mirada quiere compartir, gloriar lo que ocurre, y sólo así, sólo no puede.  Estas tan lleno de lo que yo busco, sin saber que es lo que busco, pero algo me dice que ahí está mi paz, son sólo tenerte cerca, mirarte, sentirte, con sólo tenerte, aunque no seas mio, porque sólo te perteneces a ti mismo.

La locura de saber que eres un caso perdido, tan libre, tan pasional, y aun así amarte sin límites, llorar de ternura de saber que amo sin control, llorar de alegría por descubrir lo totalmente vecino al control, la esperanza de su existencia, notar que habrá dolor, pero aun así continuar, luchar, anhelar, confiar a pesar y sobre todo, confiar.